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Dicen que un hombre de mi tierra no se dobla
ni a la muerte de su madre debiera llorar,
que erróneos pues los hombres cuando lloran
rezan solos y padecen sin gritar.
Pero ya no importa si es que lloro
un poema de dos líneas me consuela,
dos palabras que me engañan de algún modo
son: te amo y lo digo aunque me duela.
Más de un siglo ha pasado por mi mente
pues la tristeza ha hecho lenta mi agonía,
en mi alma son cien años los que pesan
aunque llorando tan solo llevo un día.
Te recuerdo que fui yo el que a tu lado
luchó contra el mundo enardecido,
mas ahora es muy triste decir : te amo
por la lucha, yo sin fuerza me has vencido.
Recuerdo que solos en tu cama
me dijiste aún no puedo estar contigo
lloraste en mi pecho al abrazarte
y lloré a tu lado como un amigo.
Confieso desde el alma que te amaba
como nunca pudo amarte un corazón,
además de un beso que por suerte te robaba
me cegaba la calma y la razón.
Y muchos besos que al primero le siguieron
santos en mi boca fueron esos labios,
como imaginar que aquellos besos q` vinieron
para mentirme ante mis ojos fueron sabios.
Aunque amanezca y no te ame yo te pienso,
odiarte siquiera intentarlo no pudiera,
ni dejarte en el olvido aunque lo siento
aunque odiarte con el alma yo quisiera.
Nada malo te deseo alma mía,
no es mi estilo perjurar ante el cordero
pues sin duda si lo hago moriría
y no te odio aunque por amarte yo me muero.
Aquellas veces que juraste que me amabas
que eran ciertas yo creí y te adoré
y poco a poco esa veces las tornabas
a rosas negras y yo ingenuo te besé.
A tu lado muchas veces yo soñaba
tu decías que mis sueños compartías,
con el alma y sin manos te tocaba
con el alma y tu sonrisa me mentías.
No he de rogar nada ante tu engaño
pero no he de mentir tampoco
en nombre del amor yo te extraño
y en nombre del rencor también te evoco.
Y si no has de volver como lo espero
muy profundos serán los versos y muy vanos,
ignoraré al corazón y si no muero
caerán gotas negras hasta el rojo de mis manos.
Aún pretendo entender porque te alejas,
ofenderte no deseo ni lo intento
pero sin perdón por ofendido yo te viera
si traicionarme osaste algún momento
Con un beso me despedías en la puerta
nuestro cielo de pasión ardía loco,
al poseerte la vida de tus labios era cierta
tu me tomabas tuyo sin dudar tampoco;
y fragantes esas tardes de letra lenta
rogábamos juntos no acabare aquel momento
pues amábamos en tu espejo de dos cuerpos la silueta,
al final en tu cama deseabas un reencuentro
el adiós y un beso al despedirme bajo tu puerta.
Ahora que te escribo casi muerto
recordarte el amor en un beso yo te pido,
pero no mío será el sello, sino del viento
pues mi cuerpo hasta la fuerza ha perdido.
Ahora que me has dicho que te olvide,
yo respondo en llanto a tus labios que me mienten,
un beso, un adiós y luego parto
pues las sombras de la muerte ya me advierten
que es hora de volar después del llanto.