Y dejo abierto el abismo -como un avispero-
Repleto de codicia
de palabras ya muertas
a la mitad del ciclo estoy y no me encuentro
a unos pasos a sí del precipicio
¡ya nada siento…!
¿dónde estaba tu beso?
Ese pequeño instante que se pierde por horas
¿Cuántos músculos mueve la boca para darlo?
Y -¿cuántos otros se aferran para recibir su espasmo?-
Abre las piernas y deja
que escurra el agua tibia
cuando bañas y entierras
con gracia e idolatría tu dedo en la vagina…,
es casi media noche pero esta lluvia no cesa
que roto sortilegio
es recordarte siempre
como fracturo entonces mi pensamiento alegre
-por eso me detengo un instante breve
para leer algún poema
quizás que no se ha escrito-
(no digas que no es cierto
que la luna se acerca
que la tierra se acaba
que los niños no juegan)
por eso: ¡no digas que no es cierto!
Cuántas veces fuimos –calor y desventura-
Sólo cuerpos sudando
en tardes en que la bruma
(en fin)
Éramos simplemente cuerpos
dos sexos apilados
a la luz de la luna.
Ya Jaime Sabines dijo
“la luna se puede tomar a cucharas”
Y tú y yo la devoramos
-ya no queda nada-
Pero este poema cuando lo leas
que sea con suavidad y abrigo
-dale pausas-
¡Verás!
Hay zozobra en el tiempo
Y ya no queda de otra
más que olvidarnos
luego.
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Sergio Jacobo “elpoetairreverente”