Te quiero. Así como suenan, esos dos palabras,
le dijo cuando supo que ya nunca más la vería.
Y ella, entre las nubes grises y el sol escondido,
rompió del sueño divino con la lluvia que caería.
Era una postal, cuadro al óleo pintado anticipado
que mostraba colores con impronta vanguardista.
Era como si la pintura del adiós hablara del letargo
duradero esos años manteniendo al amor de vista.
Con los brazos tendidos sobre su cintura de cristal
anudó sobre la imagen de esa mujer último suspiro
en señal de no habría mas noches y días para amar
alejándose lo que les quedaba en un abrazo partido.
Vito Angeli