Saber que llegás al ocaso
con toda una eternidad entre los dedos…
¿Acaso esta melancolía iluminada por una vela
puede escribir el libro de la vida
sin vuelos de cuervos
y sin aullidos de lobos?
Me niego a entender el por qué
la textura de un sueño es como la piel de un niño
Por qué en mi equipaje no cabe más ternura
que aquella con la que un día
di de comer a un niño hambriento
Estoy en el sofá de la introspección.
Tras el crepúsculo la veo llegar
ataviada de ocres, dorados y malvas
precedida de un arrullo de palomas.
Se sienta y su translúcida mirada
impregna de escalofríos mi piel.
Morir en lunes habiendo nacido lunes,
escribir mi epitafio sobre la lápida que construí…
Así de burlona es esta visitante
que hoy se presenta en esta casa
sin haber sido invitada.
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