Cuando mi necesidad a ti no quede reducida,
y el dolor sea pasajero como el viento
hallaré la paz nunca adquirida
de un amor que se convirtió en afecto con el tiempo.
Y si acudes a mi una vez enterado
de que mi amor por ti como la lluvia ha cesado,
no recurras entonces a mi en vano
por algo que se me ha escapado de las manos.
Esperame sólo al final
de las tormentas del desespero,
a ver si una vez llego
y te entrego mis besos de nuevo.