Te imagino chupándote un dedo
de azúcar de caña
tomando sol debajo de tu sol de ombligo
subiendo y bajando
trampolines increíbles
brillando alegrías
exclusivas
tuyas, mi María Laura
en ese mundo de ternura y agua
que Dios hizo para ti en tu joven madre.
No sabes aún que aquí estamos
todos
esperando el día
de tu arribo – ¡sin una valija! -
a este mundo lindo de ángeles sin alas.
Estas cerca
de la luz, del aire, de las aves:
es tiempo de pétalos y yemas
de que te sorprendas
con las mariposas
que revolotean
en los ojos tiernos de tus padres nuevos.
Ya es hora que mires los faroles hechos
por la luna llena
con sus reflejos
que brinques ternuras de seda en
todos los brazos
antiguos y nuevos
y que el carbón de tus ojos
se haga un par de estrellas
cuando nos sonrías.
Llegarás en primavera
- ¡qué suerte la tuya! – serás flor
de ciruelo.