Lo difícil de hacer lo contrario, nos deja en el limbo de la incertidumbre connotada.
Lo que buscamos y comparamos para conseguir o creernos la felicidad plena, del mundo inconforme que redondo, nos tiene la cabeza hecha cuadros.
Lo difícil de hacer lo contrario, ocurre cuando sabemos que no somos tan buenos haciendo las cosas.
De culpas y señalamientos que adoptamos como la mejor formación de vida, de los defectos y errores que resaltamos y hacemos nuestra personalidad.
Lo difícil de hacer lo contrario, está en no atreverse a ser mejores.
Los mejores en todo, desde la ofensa, hasta la creación, desde la normal masturbación, hasta enseñar una buena oración, desde escribir textos fantásticos, hasta los reales que nos hacen reflexionar y criticar al pendejo que los escribe.
Lo difícil de hacer siempre lo contrario, no nos deja avanzar, y nos detiene en el rumor y la critica insana del tercero que menos importa.
Lo difícil de hacer lo contrario, solo esta en la cabeza de quienes se oponen a hacer simplemente libres.
Del osado selectivo, del arrogante preponderante, ante los sumisos chismosos que tenemos de vecinos.
Lo difícil de hacer lo contrario, solo esta en el imaginario del que no sueña con un mejor porvenir.
Lo difícil de hacer lo contrario, tiene la definición infinita de lo confuso y cuestionable en que trasformamos al ser humano. La maquina humana, que no quiere ser lo contrario.