La luz florece de la oscuridad,
Entre parajes que se dispersan sombríos.
Una lágrima cruza el límite de la vida,
Marca un instante frio despiadado.
Como tu mano entrelazada en la mía,
Con Tal fuerza y ternura llenando,
Cada susurro que viaja desesperado,
Desgajando mí sentir en este llanto.
Pasas cruzas por este valle oscuro de mi cuerpo,
Y por aquellos jardines florecidos,
Que gritan tu nombre en el vacío,
Entre súbita soledad que abraza mi cuerpo.
Ahora que se quién eres y no estás,
Ahora que entre mis brazos fuiste lo que serás.
Y yo fui un pétalo desgajado de la flor que pude tocar,
Entre el fuego vivo y la dulzura de una verdad.
Llegas estremeces mi vida, mi todo,
Convirtiéndote en un eslabón que me ata sin piedad.
Tan dulce y amargamente me aferro a la realidad,
Pintando colores en el viento que se desdibujan al pasar.