“He tejido un capullo
solo para encerrarte.
No temas, el capullo
es solo un capullo
de algodón y néctar
y siempre podrás liberarte,
tal vez cuando crezcas
o tal vez mucho antes”
Debes conocer que
desde mi voz hasta mis letras
son simplemente espirales,
agujas de seda que tejen
la sinestesia del arte.
No, no, no me recuerdes,
yo no quise crearte,
solo soñé aquellas situaciones
entre grises y verdes:
tragedia de septiembre
dolor de primavera y catarsis.
Siento, lo siento, sientes...
Despacio, la música se me hace carne,
surge el brillo del iris
color ombligo redondo y suave.
Uvas…Nadie elige nacer
rodeado del antes,
nadie elige nacer después
y sin embargo nacen y naces
de este presente que se fue
siempre impregnada de amor y de fe
redonda de luz entre los árboles:
tiempo del sol que nos llega
y se va en la voz del Dios de la tarde.
Cariño, debo confesarte
que te vuelves deseo
ese deseo a licor de luna nueva
de cuerpo virtuoso perfecto
y cabellos de chocolate,
sabes, sabes…simplemente sabes
que muchas veces he muerto
al viento en tu oído al nombrarte
y tu nombre me sabe a uvas frescas,
tus jóvenes ojos bellos y quietos
en el silencio de los colores,
en el silencio del otro,
marchan mis miradas violetas,
en la paleta no hay odios,
no hay besos, no hay rostros ni nadies,
el corazón es blanco y puro papel
entonces un girasol adornará tu verso
y tu cuerpo será celeste
por sobre mi recuerdo de fondo ocre
crearte.