Hoy he pensado inmensamente
En ti ¡Madre Querida!
Me he imaginado a la Ondina,
Y me veía jugando en tu vientre.
¡Oh Madre! Te llenabas de ilusiones
Con el primogénito en camino;
Venía presuroso acompañar tu destino,
Cargando un cofre de primorosas bendiciones.
En enero Dios te regocijó;
La impaciente espera, realidad se volvió;
La Divinidad, en abnegada Madre te convirtió,
Y tu dulce regazo me acogió….
Toda una vida ha pasado ¡Madre!
La cuna y el jardín de infantes;
¡El saber! de la escuela y el colegio;
La universidad y el matrimonio;
Los hijos y la nieta ¡Madre!
El tiempo ha pasado y no perdona;
La vida con sus pesares y maravillas,
Te invitaron a que seas su fiel amiga,
Y estuviste allí con tu fino aroma.
Te recuerdo como la mujer que no dio
Tregua a la vida, ni descanso al destino;
Madre celosa y abnegada de sus hijos;
¡Bendición de Dios; regalo Divino!