"Como en esta historia que les contaré/ algún ingrediente más le meta,/ va a resultar que el bello bebé/ es el hijo del poeta".
Ella era coqueta, en el pueblo muy conocida,
Fue de muchos galanes “la mujer de su vida”
Y los que hablaban de ella no eran pocos…
Como mujer era una beldad, toda una pieza
Y la verdad es que luciendo su gran belleza,
Tenía a todos los pobres pueblerinos locos.
En unos chismes de esos de largos alcances,
Se dijo que la traviesa coqueta tuvo romances
Con varios hombres que vivían en las cercanías.
Se buscó un novio que vivía justo enfrente
Que tenía una gran marca al medio de su frente
Y era el más famoso entre todos los policías.
También se habló de que ella tuvo amores
Con uno de los más buscados doctores
Por ser ginecólogo el galeno, casualmente.
El rasgo que más se recordaba de él
No era una marca ni el color de su piel,
Sino su tabique nasal doblado levemente.
El chisme que hablaba de sus malos pasos
La relacionó también con uno de los payasos
Del circo que en esos días se presentaba.
Lo que de este payaso todavía se recuerda,
Es que en una de sus manos, la izquierda,
Uno de sus dedos, el anular, le faltaba.
Y para terminar aquel chisme tan “divino”,
Se llegó a decir que fue novia de un chino,
Que era el dueño del restaurant de la esquina.
El problema con este individuo oriental,
Es que no tenía en realidad ninguna señal,
“Nada para identificarlo”, aseguró una vecina.
Lo cierto es que la coqueta de esta historia
Era casualmente una mujer de mala memoria
Que después de unos meses, pudo ser madre.
Pero que teniendo tras de sí tantos nombres,
No podía recordar entre aquellos hombres
De su bebé cuál de ellos podía ser el padre.
La cosa se complicó cuando nació el bebé,
Porque tenía - según el chisme que mencioné-
La misma marca en la frente del policía afamado.
Cuando revisaron al recién nacido muy bien,
Asombrados todos notaron que también
Tenía su naricita pequeña de lado.
Las chismosas comentaban entre carcajadas,
Que fueron muy pocas las horas pasadas
Entre el nerviosismo, la emoción, el miedo,
Cuando los doctores cuyos nombres no sé,
Pudieron percatarse de que al lindo bebé
En su mano izquierda le faltaba un dedo.
¿Quién será el padre? ¿De quién será el nené?
Murmuraban las chismosas que les conté,
Provocando en la coqueta tantos enojos…
Miren pues, parece hasta cosa del destimo,
Porque al final podría ser hasta del chino
Pues teniendo 6 meses aún no abría los ojos.