¡ Ay amor, que pena tengo!
y yo se muy bien porqué
y es que el brillo de tus ojos
se fue para no volver.
¡Ay amor, que triste vengo!
Fuí a convencer al tiempo
de que echara marcha atrás,
y resarcirte, mi cielo,
de esas horas y desvelos
que sin tí desperdicié.
¡Ay amor, cómo he podido
refugiarme en el olvido
para no querer mirar;
y ahora que tanto quisiera
regalarte primaveras
con arrullos de pasión,
llegué tarde a tu mirada
pues el brillo de tu cara,
se fué para no volver.
¡Ay amor, yo pediría
tan solo volver un día
cuando yo te conocí
y aparcarme en tu mirada
y devolverte tus ganas
y dulcemente morir.