El río corre por la ladera,
riega de amor la pradera
donde descanzan mis pies de espinas,
botones de estrellas como niñas marinas.
La frescura del agua alivia el dolor
y limpia las llagas de mi corazón,
me tiendo en la alfombra mullida
me invade una paz bienvenida.
Siento una mirada dulce penetrar mi alma,
tiene la suavidad del terciopelo
con franjas de encaje dorado,
me sonríe con picardía.
La tibieza de esa sonrisa
y el borboteo del agua
me arrullen en su cuna de luna,
todo se desliza, se mueve se une,
vuelve a su origen.
Merche DemBar
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