Cimientos endulzados de alegría,
surgen desde que llegaste tú.
Soy feliz, porque me salen cuajarones
de amor por los labios.
Porque grito en los fragmentos de tu cuerpo
y suelo cantar de vez en cuando en tu pelvis,
en tu ombligo, ¡en tu pecho!
Nada callará este gozo,
mientras mi alma se humedece como pan en vino.
Me brotan luces multicolores por los ojos,
por esta alegría deslenguada ante los abatidos.
Qué bendición la mía de tener esta dicha tan efímera
y qué miedo del futuro que me hará llorar.
¿Pero qué importa el mañana si me siento colmada en devociones?,
pues mañana es muy pronto para recordar
esta felicidad que me rebalsa de endorfinas.
Que intente silenciarme la tristeza con su manto negro,
que yo la abrigo con mi pañuelo tornasol
y la amamanto de regocijos
para que sonría…
y se convierta en mariposa.
En la única mariposa que he visto volar.