Mamá, hoy recibí de mi ex suegra ¡un regalo!
Pasados diez años… era un espejo.
El asunto no sería preocupante si no fuera porque…
¡escupe rayos y truenos!
¿será anti-genética familiar?
Años dejé el destino al azahar,
y con la tribulación me respondió.
¡cansada estoy de brear!
Ni el silencio ni la persuasión,
ni el diálogo ni la comprensión;
puede con la ira.
Luego, ¿con qué se neutraliza?
Mamá, ¿cavo alrededor de la acequia?,
siempre encontraré algo ¿verdad?
un calendario azteca,
un colirio para los ojos,
un poco de tranquilidad…
Para vieja ya voy. Como nadie, me conoces mejor.
¡Viviría feliz en el país de los Ancianos!
O con los que después del largo caminar
supisteis encontrar la paz,
la sabiduría en los ocráceos pergaminos.
¿Cómo encajar todas las vicisitudes
en este puzle pintoresco de la vida?
Grabadas tengo tus palabras:
¡Hija! No le robes al corazón
lo que por ley Divina le corresponde…
Trovador es su nombre.
Pues, con una de tus tantas enseñanzas
me voy a hacer la cena ¡sin tardanza!
Tu hija, Adela.
P.D. Mamá, perdóname de nuevo.
Tenía que haber empezado la carta diciendo…
Cuán te echo de menos,
¡Cuán te quiero!
En Casablanca, a seis de enero de 2011