Cuando vayas a partir,
no quiero verte.
El adiós
con toda su crudeza
haría brotar las lágrimas
de mis ojos,
y no me está permitido
llorar por ti.
Caminaré sobre la hojarasca
y al sentirla crujir
bajo mis pies,
con nostalgia latirá mi corazón,
y recordaré tu nombre.
En mi imaginación
cogeré tu mano
y echaré a correr hasta donde
el aliento me permita avanzar,
y cuando la falta del aire
me extenúe y me obligue
a detener la carrera, tendré
que refrenar los recuerdos
porque tú, ya no estarás aquí.