A veces me alegro de no haberte besado.
¿Cómo sobreviviría de otro modo
a la quemazón constante de mis labios,
a la insaciable necesidad de tocarte,
de recorrer tu boca caliente,
a la inconsolable ausencia de tu dulzura?
La ternura de tu caricia pura,
de tu lengua traviesa persiguiendo mi saciedad
desarmarían mis últimas defensas
alejándome cada día más de la realidad.
Pero cariño,
me hace tanta falta ese recuerdo,
esa sensación de haberte tenido,
de haberte hecho mío,
de haberte pertenecido.
Me enloquece la búsqueda inútil de tu aroma,
de tu cercanía, de la paz que me transmitías.
Me desafía la vida a olvidarte, a permitirte que te vayas.
De verdad quisiera hacerlo, pero tengo miedo.
Estoy tan segura en este amor imaginario,
quisiera tener valor, pero se desvanece cuando te miro.
Cariño, ayúdame, ayúdame a no amarte,
a ser fuerte, coherente,
a aceptar el destino y a encontrar mi camino.
Impídeme seguirte, aléjame de ti,
destruye mis ilusiones, aléjate de mí.
Cariño, amor mío,
por favor, ayúdame a dejarte ir
a recobrar la dicha, a no sobrevivir
sino a continuar, a ser feliz.