(esperar 11 segundos de la música para leer el poema)
Entre los hoy vestigios de esa Roma
se levantaba con pasión ternura;
reflejo del dominio por dulzura
que hacía de mí tu siervo sin doma.
La Helena inmortal por su bello aroma,
aquella mujer despertaba altura;
cada beso dado mandó captura
conduciendo mi léxico a su idioma.
Nunca más volvióse a sentir ninguna
experiencia divina de gobierno
por fuerza de su adicción que te acuna
porque grandes obras no son eterno
sueño de hombres para lograr fortuna;
aún así, su amor, valió este infierno.
Vito Angeli