Me recordarás
cuando tus manos te abracen
en la madrugada impasible;
cuando
las adalides encorvadas
llamen a tu portón,
y veas su longevidad
a través de
la jamba.
Vas a recordarme
cuando el principiante
vuele el pulso
en el repique
de su primera canción.
Me veras suspirar
por las oraciones inertes,
y me recordarás
entre la persiana
y el asfalto.
No podrás reducir
la sobriedad del café
cada viernes ausente;
y en un remanso denso,
con el puñal y la sangre
a un botón de piel,
vas a recordarme.
Me recordarás
cuando el alma
te sofoque
en su silencio,
y la voz de la escasez
susurre
“aun te pienso”.
Eteri
29-4-11