Así nací, tan frasca como el ababol.
Así camine, tan lento como el caracol.
Pero que suerte fue encontrarte en mi locura,
Y qué desgracia verme derrotada por tu desamor
Cortinas de lágrimas, que derramaban mis ojos,
estallaban en mis labios de todos modos.
No había lugar para la razón o la ternura,
Ya ni el corazón respondía a mi antojo.
Había en mi mente, sombras de tu nombre
Ahora lo recuerdo, con mucho esmero, muy poco
Por fin entendí que, por suerte, no eras mi hombre
Y vuelvo a sentir que el cielo toco
Así, de esa manera, vuelvo a nacer como una Amapola