Como una trémula sombra de escaso vigor la noche se escurrió entre mis dedos, estuvo allí, quieta, patrullando su existencia y la mía, con sus ojos fijos, con sus pupilas de ocasos desvelados. Como una trémula sombra de escaso vigor la noche me sostuvo entre sus manos, estuve allí, quieto, contemplando mi existencia y la suya, lentamente me escurrí entre sus dedos mientras se reducían, mancillados por el alba y sus puntuales ojos flamígeros. No hablamos, no cursamos palabras, nada comentamos, solo nos sostuvimos como amantes aferrados a las íntimas murallas de sus manos. Se fue vacía, y solo quedé…
LRL
7-9-2011