vaneleis

Espejismo de Júbilo

Si las tinieblas fuesen arrebatadas de tu alma,

cuando caes en el fuego eterno del miedo y las angustias.

El infierno alojado en tu corazón que sufre desértico,

entre miles de estatuas deambulantes que solo ven lo que quieren ver,

y no te ven…

y no te escuchan…

y no te hablan…

sólo te murmuran las veredas solitarias,

escupidas,

pavimentadas de soledad.

Si pudiese arrancarte esa enaltecida oscuridad que te atormenta,

para que cesase tu amargura.

Clavaría en los ojos de tus enemigos despertares bondadosos,

en cuyas manos vacías pondría piedad y en sus mentes misericordia.

Que los desterrados de paz como tú,

se atrapen para confortarse

y no terminen devorándose como buitres,

apareándose por sentir la misma tristeza enclavada en sus almas.

Que la compasión de tus leales no sea lástima,

sino poder para levantarte.

¿Pero quién soy yo,

para aliviar el peso de tu cruz y el tormento de tus culpas?.

No soy el arcoiris que brota del cielo encumbrado,

ni soy la lluvia que limpia los aires de las descomposiciones humanas.

No soy la discípula de Dios entre los hombres,

ni soy el madrigal de un jardín desértico.

Tampoco soy el milagro de una estrella despertando al sol.

No soy toda esa presunción,

¿Cómo entonces podría curar tus males

y la contaminación de tu esencia,

si soy tan frágil como tú,

ante este interminable universo?.

¿Qué tan profundo podría calarme en la cavidad de tu mente para aliviar tus pensamientos

oscuros y flagelados?.

Moriría contigo, si me lo pidieses.

Dame tu mano cercenada de amigos

y llora sobre mi hombro.

Seca tus lágrimas con mi cuerpo desnudo.

Llora en mi pecho tu desconsuelo.

Que mi amor es lo único que puedo darte

cuando a pesar de eso,

nada te motive a continuar…

Me siento atrapada en tu dolor,

que es mi dolor,

que es el dolor de nuestros mundos cercanos.

Que es el entorpecimiento de forjar sonrisas en nuestros rostros desabridos,

en nuestras ganas de seguir viviendo.

Somos dos malditos degradantes.

Somos el asco de la felicidad.

El fallecimiento de la luz en el camino de otros.

Somos los hambrientos de sosiego.

 

Pero tú…

has caído al poso tenebroso,

no hayas albor ni siquiera a lo lejos.

Revuelcas tu ombligo en el lodo,

mientras le gritas a las estatuas deambulantes,

que te ayuden.

 

¿Pero quién soy yo para sanar tu alma?,

¿acaso soy una estatua más?,

¿una simple soberana del silencio?,

¿una mujer tratando de ser tu Madre?,

¿o una niña concediéndote alegría?.

¿Quién puedo ser yo,

en los triunfos del mal sobre el bien, en tu camino?.

Sólo dime

si algo de luz ves en mí,

para quedarme a tu lado y socorrerte.

Mas no me importa si te desangras en mis brazos:

yo secaré gota a gota tu sangre envenenada de perturbaciones.

Quisiera hallarte esa ventana que dicen que se abre

cuando todas las puertas se cierran.

Quisiera que el tiempo pasara fulminante ante tus ojos.

Quisiera arrancarte la memoria

y vaciar tus karmas en un pozo impenetrable.

¿Pero quién soy yo para sanar tu dolor?.

Devolverte el júbilo sería negarte la única forma que tienes de volver a sonreír.

Porque, sufriendo es como se disfruta mañana.

Porque, llorando es como se ríe mañana.

Porque, callando es como se canta mañana…

Por eso, llora si es preciso.

Llora, ahora que tus lágrimas aún estás mojadas de consternación.

Llora, ahora que tu rostro tiene caminos por donde desviar tus lágrimas,

que mañana ,cuando las tormentas pasen por el tumulto de tu espacio,

mañana, cuando ya no contengas más dolor dentro de ti…

Habrás vuelto a nacer.