Para la dueña de mi poesía, de mis lunas y mi camino.
Pamela I. Cisneros Guerrero
Cuan gotero abatido,
gota a gota me desangro -a la vez- caigo desvanecido,
por falta de aire, de vida...
en esta noche tan lúgubre como el abismo más oscuro del Tártaro.
Atormentado por la ventisca, por la tan densa niebla
que apuñala como la lanza de Zeus -atravesando mi cuerpo, mi alma, mi ser-
una neblina espiritual, doliente... espejo, espejo.
Susurro tu nombre, para abandonar la oscuridad
susurro aire de esperanza, aire contaminado por el sufrimiento...
-Te invoque mi dulce amanecer
Con el calor de tus labios, tu dulce voz, tu misericordioso amor
siempre tan paciente.
-¿Como es que tienes el calor de Apolo y la belleza de Afrodita? ¿porqué sus más íntimos secretos posees?
¡Porqué eres tan bella!
¡Oh! mi dulce amanecer hoy mi canto es para ti
¡Oh! mi gran esplendor.