Hola… ¿cómo estás? espero que bien.
¡No te vayas! Espera un momento por favor, quería pedirte un par de minutos. Entiende que lo que debo decirte es importante, y que vine desde lejos para estar frente a ti en este momento.
Perdona mi dicción, estoy un poco nervioso. Desde que te marchaste mi mundo cambio totalmente, y cada vez me pregunto, ¿qué será de nosotros?
Totalmente equivocado estaría si digo que estaremos juntos. Pues como lo dije, -mi mundo ha cambiado- y nada de lo que haga podrá enmendarlo.
La triste realidad es que te extraño, y que los días pasan por mi piel con su mirada oscura y caminar pausado esperando que te abandone y que pierda aquellos recuerdos que fueron como amapolas del horizonte.
Al final de esta conversación, nos habremos de dar cuenta, que tú siempre me quisiste y que siempre yo te amé, no importa si fue mucho o poco, lo que importa es que yo te quise y tú me amaste también.
¿Por qué lloras? Deberías estar feliz, aquí toda la gente llora –tú no lo hagas por favor-quiero que seas muy feliz, y aunque me duele mucho decírtelo: -sé que pronto te olvidaras de mí- y cuando tus recuerdos se abandonen en tu subconsciente, ahí sabré que en verdad morí para ti.