Sueño vespertino que retumbo en la campanada
y en la caricia que dejo, impregnado mi lecho
en este corazón mas que en jirones desecho,
y en el árbol de ramas secas el alma pausada.
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Río de penas casi muertas en existencia
la barca desaguando llanto de esta condena,
corazón errante cual fue la naciente causa
de haber fenecido en el carente mapa,
geografía emblemática de la mujer amada.
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El canto del mirlo que en la sombra calla,
por no encontrar plegaria que apacigüe el alma,
en este murmullo de cielo que cae en el trueno
y en el eco que calma el elixir de mi silencio,
veo al cielo, en las nubes y rayos veo tu bosquejo
donde caen las dagas del cielo y mojan mi cuerpo.
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Tiritando de frío por el olvido de tus faltantes besos
y en el clamor de los sueños que fueron despiertos,
con el corazón hendido como desgarrado pétalo
solo unido por la casi la llama tenue,
que se extingue en la breve e inexorable brasa.
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Sueños perdidos que mi alma aun claman
desojando los días cual pétalos de almanaque,
descansando en polvo de olvido mis labios reclaman,
la silueta de tus besos a mi esencia que perece
y fallece como estrella fugas al caer de mi espacio
y extinguir mi fuego en tu bello pero lejano cielo.
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Si algún día pintado en el lienzo de tus versos,
mi alma encallada en las palabras que hicieron eco,
del susurrar de olas de mar en arrecife fresco
y el resurgir de mi nave en fantasmal encuentro,
recuerda que solo fui un te amo un te quiero,
que no pudo reducir a cenizas el basto e inclemente fuego.
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autor: Adolfo Casas C