Los largos dedos del olvido me acarician ,
bajo sus uñas de tinta y sangre observo el nuevo día.
Por la ventana de la sinrazón se descuelga la lluvia en su gris melancolía,
humo del transito de asfalto , vapor de soledad desván de sentimientos
torpe despertar sin compañía.
El cemento me ahoga, no hay un verde para buscar tu risa , y en la cocina
la taza de café se enfría.
La tele monocorde repite la misma letanía, asaltos, huelgas , el gobierno ,
(una muerte sin sentido) como si morir trágicamente lo tuviese, todo
huele a rancio, olor nauseabundo y esta puta y cruel melancolía que me
duele en los huesos y el teléfono muerto como tu voz tras la línea.
Busco un aliciente , una razón , una salida, sobre la calle suenan las
bocinas, en la esquina un borracho trasnochado orina sobre una cortina ,
una chica de la noche toma un taxi, descalza, húmeda de llovizna.
Mas allá de mi ventana la ciudad se despereza, bosteza, cobra vida,
dentro de mis paredes me calzo los zapatos y salgo para enfrentar el
monstruo cotidiano que con sus fauces abiertas aguarda devorarme en
su rutina
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