Miguel Angel Ortigoza García

RECUERDOS DE UN SEPULCRO

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Corrieron la piedra del sepulcro, y no te encontraron.

Habías resucitado.

Y corrió la voz de que habías resucitado.

Yo no he visto tu muerte, pero sí tu resurrección.

 

Soplaron los vientos que desde hace tiempo se agolpaban escondidos

En los montes infinitos de una pasión inmisericorde.

Se soltaron palomas mensajeras llevando la buena nueva

A los mundos enterrados en el filo de un cariño.

 

Se acercaron los curiosos y entre ellos también él.

Tu verdugo. El que te mató.

El que creyó matar tus sentimientos de amor inmarcesible.

El mismo que ayudó a correr la piedra. Y no te encontró.

 

Quiso matarte de nuevo.

Tu resurrección fue divina. Inalcanzable.

Inútil persecución.

Tú llegaste al cielo vestida del amor más puro,

Del que se siente en el fondo de las cruces perdidas,

Y en el medio del pecho que fulgura con parpadeos de eternidad.

 

Era un día de otoño cuando las hojas volaban,

Y entre las hojas dormidas mi amor despertaba.

Se encontraron nuestras almas.

Tú, perseguida inútilmente,

Yo, convertido en un arcángel invisible,

Para cuidarte, y te cuidé.

 

Levantaron la piedra de tu sepulcro,

Pero tú ya estabas junto a mí en el cielo de mi alma,

Donde siempre te esperé.