Cuando te vi por primera vez sabía que eras para mí.
Cuando te miré por segunda vez, ya no lo dudé;
Me di cuenta que tus ojos nacieron para un fin.
Niña de los ojos bellos, de ti me enamoré.
Recuerdo aún, cuando te conocí en mis sueños.
¡Ay! ¡qué hermoso! el beso que nos dimos.
Sé que en realidad, ni siquiera soy tu amigo,
pero quien sabe si el destino me ayude a ser tu dueño.
Además, aquel sueño parecía realidad.
Desperté y a mi lado se encontraba una flor;
mientras soñaba, te lo entregué con amor.
Ya despierto, busco a mi flor de verdad.
¡Oh! Tan sólo espero encontrarte muy pronto.
Me siento extraño, no sé que me está pasando.
Siento algo de miedo, pero del amor no me escondo.
Quiero mirarte, hablarte, decirte a la cara que te amo.
Cierro mis ojos, y veo los tuyos, no pierdo la esperanza.
Abro mi corazón, y siento tus manos. Pronto te veré.
Un viento fuerte roza mi rostro con violencia,
siento otra presencia, el cielo se vuelve más azul,
me contengo unos segundos, ¡alto al tiempo!
El día se confunde con la noche, ¡eres tú!
Me olvido quien soy yo, y apenas sé quién eres.
Tan solo sé que eres mi más bello sueño.
¿Cómo te llamas?, ¿de dónde eres?
Lo siento si suena atrevido, pero te quiero.
Me dices que estoy loco, que apenas me conoces.
Lo sé, pero, ¡caray!, ¿no me has visto alguna vez?
Me contestas que jamás y que ya va a anochecer.
Es perfecto, le digo, ¿nos volveremos a ver?
¡Ni en sueños!, me dijo. Eso me dolió.
Nos fuimos. Ella sonreía mientras yo no entendía.
Me puse triste, y di un grito, de esos grandes y en silencio.
Antes de que ya no la viera, volteó.
Me dijo, es verdad, ¡eres el chico!…
No, no puede ser… ¡hey! Gracias por la flor.