Extraviado entre la gente
y exento de ilusiones,
deseando escuchar la suave melodía,
de un te quiero,
voy caminando siempre a solas
y charlando con el viento
la triste queja de mi vida.
Escuché en la lejanía,
el repicar de una dulce campana
que anunciaba alegría
y jamás anunció
una satisfacción mía.
En lo absurdo de mi vida
supe que mi felicidad estaba dormida,
caminé sin futuro,
siempre cuesta arriba,
y me descubrió la brisa llorando
sin medidas.
Mis lagrimas sin destinatario,
caían entre las hojas secas
del camino.
El otoño llegó de pronto a mi vida
y con su blanca nieve pinto mi cabello,
seguí caminando despacio por las calles vacías,
con un libro entre mis manos.
que siempre eran mi única compañía.
El recuerdo de un amor
era sólo una fantasía de un acucioso escritor
que con su pluma maestra,
hacía que pensara que esa era mi vida.
Mis labios secos de besos
ya no encuentran salida
solo han saboreado
los dulces placeres que me regala
los frutos de los árboles,
que adornan mi campiña.
Algún día me detendré en un esquina vacía
y dejaré en su suelo
este cuerpo sin vida,
que no supo de amores,
y que no tuvo alegrías.