Se acuesta sobre un montaña
para cubrirse con una manada de aire.
Su pelo fertiliza la tierra,
su piel alimenta las nubes
cuando duerme.
La niña llora ríos cristalinos
mientras su madre le compone
una canción de despedida
con el viento:
"Aunque corten mil veces mis raíces
mi savia siempre bailará en tus venas"