En la lejana zona antártica habitan los pingüinos, al igual que el pingüino de mi historia, pues tanto él como sus compañeros de especie, están acostumbrados a vivir en aquella helada parte de la tierra.
Este pingüino era muy amigable y social y le gustaba ayudar a los pocos visitantes que se atrevían a viajar para ese sitio lejano donde ellos viven.
Este pingüino se hacía amigo de cuanto ser distinto a él viera por esos lados, porque siempre pensaba que necesitarían su ayuda, ya que no estaban preparados para transitar por esas frías zonas de la tierra.
Así podía verse nadando a toda prisa para romper capas de hielo y evitar que algunos barcos encallaran en el mar. A veces se paraba erguido en las inmensidades y movía su pesado cuerpo y su cabeza en ademán de negación para indicar que no pasarán por ese lado porque había algún peligro que podría poner en riesgo a los visitantes de ocasión.
Muchas veces hasta ayudaba a otros animales de su entorno para hacerles la vida más llevadera.
Todos los visitantes, al volver por esos lados ya lo reconocían, pues siempre estaba allí esperando para ofrecer su ayuda una y mil veces cada vez que visitaran ese lugar. Muchos hasta entablaban conversaciones con él:
- ¿Pingüino esto aquí es profundo?
- ¿Pingüino esta capa de hielo resistirá el peso de nuestro equipaje?
- ¿Pingüino podremos seguir hacia adelante?
Y el amigo pingüino siempre tenía una respuesta para cada pregunta a la cual respondía moviendo su cabeza en señal de negación si la respuesta era no, y moviendo sus pequeñas alas en círculos si la respuesta era afirmativa. Era una manera de comunicarse que ya los visitantes habían aprendido. Ya hasta le habían colocado un diminutivo para hacer más breve la charla, muchos lo llamaban sencillamente, “pin”.
- ¿Pin, ha nevado mucho?
- ¿Pin, ha habido mucha visita en éstos últimos días?
Y siempre el pingüino “pin” tenía alguna respuesta que dar, para orientar a los turistas.
Cierto día un famoso científico, especialista en electrónica, viajó para aquel apartado lugar a realizar pruebas de un aparato que estaba inventando para intentar la comunicación inteligente e instantánea desde cualquier parte del planeta; y necesitaba hacer algunas pruebas en aquella zona.
Al llegar fue recibido por el amigo “pin” quien supo orientarlo en su viaje exploratorio y dejó como siempre una bella amistad con tan importante personaje.
Una vez finalizada su investigación el científico se devolvió a su tierra y pudo felizmente terminar su invento; el cual lleva como nombre Black Berry, que es un aparato para comunicarse con todo el mundo, el cual utiliza un valor numérico para identificarse y poder tener acceso a ciertos sistemas de comunicación con otros artefactos similares, valor numérico éste conocido universalmente como: “PIN”, en homenaje a nuestro amistoso pingüino que con su sencillez y disposición brindó su ayuda en su afán comunicativo con todos los visitantes de la lejana Antártida; la tierra de los pingüinos.
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