Si te fueras, los astros caerían de tristeza,
como cuando parten las difuntas
llenas de melancolía,
dejando roto el corazón palpitante
que antes era refulgente y puro
y ahora sólo pedazos de arena,
regados en el insondable solar del recuerdo.
Si te fueras, los días se deshojarían
en las hojas pálidas por sí solos.
El viento soplaría sin algún rumbo.
Las flores marchitarían los colores.
Y tú mi bien, impregnada de fragancia,
volarías de cielo en cielo jugando
entre las nubes que me ocultarían tu belleza.
Si te fueras, mis días estarían contados,
contados por el contador que cuenta,
más no por mí, que las horas dejaron
de hacer ruido, y el minutero, que ahora
se para, que ahora camina y que no tiene prisa
como yo la tengo contigo. He de reunirme
con el polvo suave de tu esencia,
con la arena perfumada reflejando tu presencia,
con tu sonrisa dibujada en las estrellas,
y te darías cuenta el por qué mi prisa
de alcanzarte en el soberbio etéreo,
donde desnudas las almas pueden abrazarse
con la fuerza del amor del universo.