Que tardes y que muertas las horas
Que se lleva el viento de tu silencio.
Ningún suspiro me llena,
En ninguna almohada descansa,
Mis pesados pensamientos
Que como piedras cargo imaginando
Lo que callas.
-Insípidamente fumo sin saborear el veneno
Pues es más grande tu desprecio-
Qué bien sabes moverte entre los muertos
Y levantarles de su tumba
Haciendo que renuncien por ti,
A la quietud de un paraíso
A cambio de un día de placer en tus brazos.
Pero el día no dura tanto
Pronto cae la noche fría
Trayendo el desencanto
La amargura solamente que confundiera
Con dulzura entre tus labios.
-Y el muerto patalea como un niño
Rabioso, el tonto ingenuo
Volviendo al polvo empedernido-
Ni maldecir puedo, maldita sea
Que de hecho sabía mi destino,
Llorar por el veneno de tus besos
Llorar y gritar arrepentido,
Pues enterado estaba que no serían solo míos.
Y que hago ahora si culparme no puedo
Si deseo decir que fuiste mala conmigo
Que me has roto el corazón en mil pedazos
Y todas esas cosas que dicen los dolidos.
Se bien que yo así lo quise,
Que jugué conmigo mismo
Y que tu solo has sido un pretexto de mi libido
Y de esas fantasías que aun guardo de niño.
Perdóname todo este lio
Sé que tu conciencia está ajena y limpia.
Que al menos el escribir me sirva
Para hacerme pendejo a escondidas y en vigilia.