Hay amaneceres
que tu mente se niega a la razón,
el pensamiento yerto, frió, hu-ele a muerte.
y tu cuerpo sin rumbo ni control,
desea partir a un destino incierto
y morir en el intento.
No detenerse... no mirar atrás,
mientras que el peso infame
de tus errores intencionales,
te quiebra la espina
y hace que tu boca bese,
el reseco barro de la indiferencia ajena.
respirando contra el suelo,
nubes de polvo te ciegan la vista,
y crujen tus dientes
con el polvo del engaño.
Maldecir el futuro, negando el presente,
viviendo en un pasado que no volverá,
y ya inmerso en el veneno permanente
de la cicuta de la angustia,
sintiendo el goce helado
del falso coqueteo de amor,
que te propone la muerte.
Y por mis noches todas iguales,
percibo patente el hedor de tu carne,
que a vil precio siempre has vendido...
mojada en el perfume de las mil rosas negras,
de tus viles mentiras.
Que tan cínicamente profesaron,
tus azules labios de áspid viperina.
L.M