Unas lágrimas sin rumbos
dejan huellas de ausencia
porque el ave de amor emigró,
y un puñal de silencios,
se clavó en mi abatido corazón.
No interrumpan mi llanto,
que la copa de la pasión se rompió
cuando estaba llena del mejor licor.
Que no calle mi guitarra,
que nadie consuele mi dolor,
que estoy herido
de muerte
con un calvario incrustado,
en la pendiente sangrante,
de mi mutilado corazón
cuando la flor de mi jardín,
se marchitó.
Todo se ha oscurecido,
hasta el silencio llora mi dolor
y el mar amigo de mi vida,
de la orilla se alejó.
Déjeme llorar a solas,
que mío es este lamento
y sólo mío es mi dolor.