El azul es demasiado intenso,
como la agonía del perfume,
como las últimas lágrimas del día,
tan tristes que se van despidiendo
sin esperanzas, con las manos vacías
igual como ha llegado la tarde
con ese aroma a sombras fúnebres
y con el terror de la enfermedad dolorosa
se apagaba lentamente el respiro
de un hombre que hace años soñaba
con alcanzar la gloria y el amor,
ahora, abadonado muere tendido
como una barca vieja dejada en el olvido.
Ya nadie hablaba de aquel héroe,
hombre como han nacido muy pocos,
luchó contra nuevas y viejas dictaduras.
Ahora, una de sus manos cuelga de la cama,
una gota de sudor rueda por el rostro inerte,
ya no le quedan más luchas, ni amores,
aquél viejo luchador, sólo espera la muerte.