Hay una riña allá en la esquina
yo no sé que habrá pasado
según y que a una vecina
intentó robarla un malvado.
Y ella en legítima defensa
sacó el coraje que tenía guardado
y de manera por demás intensa
le dejó con las uñas el rostro marcado,
y con una piedra que halló en la acera
la usó de manera contundente
y de forma muy valiente y muy certera
de un solo golpe le saco dos dientes.
Luego delante de todos los presentes
aprovechando la ocasión
al propio delincuente le quitó el cinturón
y comenzó a propinarle una golpiza
y toda la gente aglomerada
además del asombro y de la risa
llamaron a la policía a toda prisa
para que apresaran a la mujer alterada
que luego al ser apresada
todas las razones que decía
para defenderse de extraña manera
fueron rechazadas porque no tenía
dinero, joyas, ni cartera;
y fue juzgada por bandolera
cuando el pobre hombre muy lloroso
le dijo al juez: Si usted supiera
que casualmente yo soy su esposo.
*****