Agárrame de la sien
y piensa por mí en lo que no es,
lo que está por venir y no vendrá.
Suelta a los perros ávidos de sangre
cuando el sudor sea lujuria
de pieles muertas y exquisitas,
haz que el gélido blues
se funda con los preludios
de esta metrópoli cimentada
en farsas y billetes subsidiarios.
Sopórtame
si soy soportable;
revísteme con jarabe de incienso,
transmútame, instrúyeme
en el arte inicuo de acariciar
amaneceres de entusiasmo gélido
y vagabundeos erráticos.