Tanto tiempo o tan poco,
en el vaivén del diario ir y venir,
tantas charlas o tan pocas,
algunas inaudibles para oídos que dudan de las bocas,
palabras que resplandecen las tardes de lloviznas,
y unas pocas,
recorren silenciosos caminos de pasiones nostalgiosas.
Corre el tiempo o finges que pasa,
anida cronologías sin detener el reloj de tu marcha,
calendario mágico de tildes inundado,
de fechas postergadas,
de noches que provienen de días soñados,
y madrugadas que despiertan en noches de sueños anhelados.
Se escucha la canción del alma:
otro repiqueteo al acecho de algún quizás,
un esplendor que aún frena el arrebato,
un stop que evita el posible dolor.
En el vaivén se esconde el ir, pero hacia dónde,
y a la vuelta de una esquina que templa la esperanza
aparece el bar de las mil sonrisas,
cual reserva de alguna obra dispuesta para ser ensayada.
En el ir y venir cambia lo oscuro en claridad,
se transpone el límite de las coincidencias y todo parece temblar:
caen las hojas otoñales,
el reservorio de recuerdos aflora
y la llovizna se desliza a través de los cristales.
Cual sahumerio, de aliento se perfuman los contornos,
liberan fantasías,
gozan de lo poco
y en la penumbra, de brillo se contagian nuestros ojos:
fieles, llenos de silencios,
para expresar lo que las bocas no dicen hace tanto tiempo.
RESERVADOS LOS DERECHOS POR JOSE MEMIJOS