Mira cómo pasa el río
por la orilla de tu vida
y baña tu cuerpo dolido
para calmar tus heridas.
Sumérgete entre sus aguas
y refresca tus deseos
que la belleza de tu alma
se enriquece al ofrecerlos.
Dame esa rosa que tienes,
escondida entre tu pecho,
que las espinas que tiene
se las quitaré con besos.
Y en el jarrón de mi vida
lucirá como una reina,
dando color y alegría
a mi alma de poeta.
En ella pondré un jardín
con los besos de tu boca,
con tu amor y frenesí,
con perfumes que provocan.
Entre árboles y flores,
por caminos solitarios,
ya no habrá más sinsabores
ni las dudas del pasado…
Deja que te cuide el río,
tanto como yo deseo.
Mis besos serán mis mimos
y tus rosales… mi huerto.
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