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VANIDAD
Bajo la lluvia que cae en derroche
una inmensa nostalgia siento desbordar,
pues la lluvia, en su repiquetear constante
me ha traído recuerdos que habían quedado atrás.
Recuerdos que son sombras del pasado,
recuerdos de inconsciencia, de locura tal vez,
de pasajes furtivos, de placeres mundanos’
de una vida inexperta que no ha de volver.
Cuantas veces en una tarde lluviosa
Bajo falsas promesas y palabras de amo,
Besé pérfidamente su boca temblorosa
Mientras ella en cada beso me entregaba el corazón.
Recuerdo como ahora aquella escena en el río,
(Un profundo dolor hace vacilar mi mano,
pues es dolor palpitante de un proceder impío
que hace nublar mis ojos sin que pueda brotar el llanto.)
Bajo la sombra de un árbol de esperanza vestido
coronado de flores del color de la pasión,
recostada del tronco, con su mirar en el río,
resaltaba en su pupila el calor de una ilusión.
Su dorada cabellera de contornos ondulados
caía sobre sus hombros en melancólico son,
y su talle de princesa de romances medievales
evocaba la pureza y la gracia del creador.
Yo, parado frente a ella y con frialdad en la mirada
ahogando con mis palabras el latir de su ilusión,
le dije que me marchaba, que era un amor imposible…
y mi boca no decía el sentir del corazón:
Sus ojillos de esmeralda, come peces confundidos
Se escondieron tras los párpados a ocultar su desatino,
y en silencio y sin reproches dos lágrimas me contestaron:
‘La decisión está hecha, tú has elegido el camino”,
Me alejé sin importarme el amor que allí inmolaba
pues mi espíritu inquietante otro camino forjó;
el de orgías y placeres, fui excelente libertino
y picaba en los amores, como el pájaro en el flor.
Pero el tiempo, que es el cauce de todos mis destinos
que torcemos a capricho, sin saber do llegará,
sólo tiene dos finales para el raudo recorrido;
Un final es la desdicha, el otro felicidad.
Y ahora que mis sienes ya se tornan blanquecinas,
que mi vida pierde anhelos, y mi espíritu su afán,
se debate consternado en lo profundo del alma
el sentimiento inmolado que troqué por vanidad.
Rafael