ANEUDIS PEREZ

AHI VA LA MUERTA, LA MUERTA

 

 

AHI VA LA MUERTA, LA MUERTA

 

Por la calles de la vida

transeúnte va la muerta,

moribunda entre suspiros,

con su risa…risa hueca.

 

No es difunta de dolor,

no murió por la pasión,

no se ahogó en ningún río,

ni sacó muerta el doctor.

 

Tampoco murió de frío,

mucho menos por amor,

está viva aunque va muerta

llevada por la inmundicia.

 

Muerta para recibir

de los vivos las caricias…

nada le mueve su alma,

aunque su alma mueve todo.

 

¡Ella está llena de cieno!

¡Ella está llena de lodo!

 

Detrás de ella va la gente,

Obispos y embajadores,

y en fila con sus billetes

hombres la llenan de flores.

 

Difunta debe de andar

en carruajes de motores,

matando con sus encantos

la vanidad de señores.

 

¡Ahí va la muerta, la muerta!

En coches de ocho puertas,

tomándose de a poquito…

un coñac a la francesa.

 

Con bucles color dorado,

labios tono angelical,

y el corazón embrujado

para así hipnotizar.

 

Devaneándose en el viento

con su voz de arpegio muerto,

sus apetitos exhalan

arrebatando el silencio.

 

Y se roba las miradas

de todos los que la ven,

pues su cara esta tatuada

de seducción y placer.

 

¡Ahí va la muerta, la muerta!

sin frío va por ahí,

no la mires demasiado…

pues te puede hacer morir.

 

 

 

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