AHI VA LA MUERTA, LA MUERTA
Por la calles de la vida
transeúnte va la muerta,
moribunda entre suspiros,
con su risa…risa hueca.
No es difunta de dolor,
no murió por la pasión,
no se ahogó en ningún río,
ni sacó muerta el doctor.
Tampoco murió de frío,
mucho menos por amor,
está viva aunque va muerta
llevada por la inmundicia.
Muerta para recibir
de los vivos las caricias…
nada le mueve su alma,
aunque su alma mueve todo.
¡Ella está llena de cieno!
¡Ella está llena de lodo!
Detrás de ella va la gente,
Obispos y embajadores,
y en fila con sus billetes
hombres la llenan de flores.
Difunta debe de andar
en carruajes de motores,
matando con sus encantos
la vanidad de señores.
¡Ahí va la muerta, la muerta!
En coches de ocho puertas,
tomándose de a poquito…
un coñac a la francesa.
Con bucles color dorado,
labios tono angelical,
y el corazón embrujado
para así hipnotizar.
Devaneándose en el viento
con su voz de arpegio muerto,
sus apetitos exhalan
arrebatando el silencio.
Y se roba las miradas
de todos los que la ven,
pues su cara esta tatuada
de seducción y placer.
¡Ahí va la muerta, la muerta!
sin frío va por ahí,
no la mires demasiado…
pues te puede hacer morir.
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