Curiosamente me despertaste una simpática y concreta necesidad,
un peculiar impulso de dibujar letras y ordenar palabras
para sentir la sangre menos densa y mas oxigenada
con el azul y el blanco del cielo y las nubes.
He caminado por los sendas de concreto,
con el sol y la lluvia espontanea,
el viento de esta sabana ajena que golpea en la urbe,
en su cascara de ladrillos, rejas, puertas y ventanas.
He caminado entre la gente que también pesa
sobre este extenso e intrincado tendido de andenes
y estados de animo, de humores cambiantes,
de mundos plasmados en los muros,
Y de sangre, nicotina y cocaína que abundan
en el asfalto frío, ese que también pesa bastante
sobre la tierra que hay debajo, y que existió primero
que los malos gobiernos cuyas trincheras de cuero y mármol
se ubican en las edificaciones mas altas y mas pesadas.
He caminado entre el trajín , la música variable
como las nubes que nos circundan.
He plantado mis pasos en el trazado guiado por las montañas
y he admirado todas las luces que las tapizan en las noches.
Y te conocí una noche de esas que se disfrazan
con el traje sutil de la cotidianidad.
Te esperé mientras duró el tiempo en que pensaba
como convertir cada año de un siglo en un segundo,
y justo cuando pasó el minuto y medio de aquel proceso,
apareciste con tus pies sobre aquel ambiente preciso
que dibujabas a tu paso,
y que acentuabas con ese azul único que rodea tu pupila nocturna.
En ese momento la cotidianidad se esfumo como la niebla ante el sol:
el tono que le diste a la noche era totalmente desconocido para mi
hasta ese momento.
Luego de un saludo algo nervioso, tomamos ese callejón
que nos quedaba diagonal hacia la izquierda desde la pileta,
mirando justa al norte. Ese callejón que lo transporta a uno
en el tiempo de vez en cuando.
Y conversamos.
Nos miramos los segmentos de la piel
que llevamos impregnados de arte y tinta.
Nos reímos, leímos un poco y sin saberlo
empezamos a edificar algo nuevo, algo que no se parece
a nada concreto, a ningún concepto de los que uno tiene
cuando habla o piensa en conocer a alguien.
Tal vez nuestro espontaneo y mutuo oráculo,
hace muchos años,
me dijo que tu eras la mujer de mi vida,
y tal vez pudo predecir que tan amenos
fueron nuestros encuentros,
así,
tan simples como han sido,
tan cargados del perfume de la historia
que emana desde la tierra que hay debajo
de este cascaron de asfalto.
Lo mas seguro es que todas esas predicciones
de nuestro oráculo
iban mas enfocadas a eso de hablarnos,
de entendernos y escucharnos atentos y cómodos.
Lo mas seguro es que tal vez seamos dos personas
de esas que parecen leerse mutuamente
casi a la perfección.