Te adoro con la fuerza
que nace desde mis entrañas
con este corazón de garra,
que hace que brille mi mirada,
y que implora que te diga que te quiero,
con la fuerza del corazón sediento.
Pues no hay mandato en la vida
más grande que surja
del sentimiento como enamorado,
que no sea lo ordenado,
por mi propio corazón apasionado.