Al ver aproximarse la negrura de la noche espesa,en esta ocasión sin Luna,se envuelve en su amarga alegría el Vampiro, con las ansias por delante apagar la sed de sangre que tiene desde hace cientos de años y la conciencia reprimida por las almas suspendidas en el limbo, escondida por detrás...
Con los ojos rojos hirviendo por el deseo de tomar sin duda a quien primero encuentre,siendo una doncella con tan mala suerte, quien esta noche en su camino se cruzó.
La asecha cual león a la gacela en la pradera,mientras caminan por la calle iluminada con la luz del farol; espera el Vampiro pacientemente el momento de actuar, a que la doncella, inocente, pequeña, indefensa,llegue a la entrada del oscuro callejón...y entonces...
Con un ágil movimiento, la toma con una mano por su delagada cintura y con la otra,tapó su boca para evitar el grito que quedó en su garganta...lleno de pánico, lleno de terror...
De pronto, los ojos del Vampiro se cruzaron con los de la joven y una pizca de piedad se asomó a los ojos de éste; sin dejar que pasara más tiempo, clavó sus colmillos en el cuello de la doncella que en sus manos se encontraba, bebiendo su sangre rápidamente evitando así que sufriera con la muerte que, sin pedirla ella, él le obsequió.
Dejando el cuerpo inherte, ya sin vida,se va en busca de una nueva presa, con remordimientos por otra alma robada y una sed no saciada por toda la eternindad.