Tú que yaces dulcemente
En el cielo lejano,
Eres la dueña en la noche
De mis postreros pensamientos
Ya de anhelos despojados,
Tú eres a quien quisiera tener
Entre mis brazos ya vencidos
Y desvelando mis noches
Con llantos y risas
Colmando el amor mío.
Tú eras la que esperaba
Para encausar mis ansias
De cariño extraordinario,
Y te convertiste sin quererlo
En la cárcel
De mi triste corazón quebrado.
Tú eres hoy la causa
De mi angustia que no acaba,
De este dolor que en mi alma
Solo encierra futuro sin confianza.
Tú eres quien convierte mis alegrías
En culpas que me adueño
Pero no son mías.
Tú eres niña
La gracia que en vida no pudo ser,
Pero que en mí
Nunca se termina.