Peces nadan en mis ojos,
se alimentan del miedo
a quedar vacío por dentro.
A veces son pirañas
que buscan la carne cruda y ajena
de mi boca.
Sus dientes son una corona de espinas
que se atora en mi garganta
y desangra mis palabras al salir.
Sus huesos se disfrazan con mi piel
y cortan la raíz de mi pensamiento.
Tengo peces en los ojos
y un mar de redes en la sangre.