Hoy vengo a contarte
cómo mis gladiolos han cruzado
el puente del verano
y cómo el invierno ahogó las ansias
del malinche que floreció en mayo.
Qué bueno que estos geranios
acapararon la exclusividad del blanco
y qué bueno que una huelga de jazmines
me salvaguardó de tus huracanes.
Duele
verte en tu cárcel de mutismos
ofreciendo muecas por sonrisas…
Duele
verte encerrado en un tallo de azucenas
díscolas e irreverentes
tratando de alcanzar la Andrómeda.
Por eso, mientras llueve,
dejame confesarte con nostalgia
que tu cuerpo de fruta tropical
aplacaba mi sed en mi cama insomne.
Y dejame decirte que tenés derecho a equivocarte
pero no a robarle el brillo a mi estrella.
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