Con el libro abierto
siéntame en tus rodillas
y lee abuelo el cuento
de aquella vieja ardilla.
Después lees el del perro
que salía persiguiendo estrellas,
y si no tengo todavía sueño,
lee uno de cigüeñas.
Sentir que estoy contigo
eso me pone contento,
eso me gusta tanto como el libro,
y tanto como los cuentos.
Alejandro J. Díaz Valero