Galante...
vestido con tu mejor traje para la ocasión,
rojo y negro, tus colores preferidos...
realzando la falsa belleza
para atraer a tu presa,
disfrazando con cautivador perfume
tu hediondo olor.
Peinaste el cabello de negro azabache
engalanándolo con un sombrero
que te hacia destacar.
Así entraste, sin permiso,
vestido de elegancia,
como si ese fuera tu pasaje para entrar...
Preguntaste, con esa voz que arrancaría suspiros,
por cierta dama que allí no se encontraba,
más los presentes en tu presencia no reparaban
y contestaban de forma automática
un sí o un no,
lo cual casi te pone furioso,
así que decidiste dejar el cortejo
y dejar la sonrisa, más no el porte elegante.
Tomaste asiento entre ellos
y a cada uno les mencionaste sus miedos,
sus malos actos, sus oscuros deseos...
Sorprendidos, todos se preguntaban
que cómo sabías ésas cosas
que en su interior ocultaban...
Recobrando la confianza
a tus venesos labios devolviste la sonrisa
y soltatando entre malévolas carcajadas
mirando a todos a los ojos,
simplemente les dijiste:
-Soy quien saborea sus errores,
sus traumas, sus miedos, sus dolores...
Me alimento de sus ansias de venganza,
de sus deseos más oscuros,
Soy quien les muestra cómo obtener
aquello con lo que sueñan
a cambio del dolor que a otros eso les genera...
Soy...
***